Es en el lugar
donde agonizan los recuerdos
que tu nombre tiene morada,
calado en lágrimas
que nadie llora.
Ya no queda sal.
Tiempo que resbala
gastado del uso,
agotados los amaneceres,
y de tantos que hemos perdido,
el mirlo ha quebrantado
su garganta a la Luna.
Te he amado sin amarte,
sin más arma que los sueños,
sin escudo, sin temores,
Amazona que rasga el viento
camino del horizonte
donde se funden los azules.
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