domingo, 28 de febrero de 2016

Abatido

Tengo todo el óxido

de los engranajes de un reloj

metido en los huesos.

Parado el péndulo

mientras a traspiés

cruzo la senda de mis dias.

He atravesado anhelos

y bordeado cada sueño

alejando la temeridad,

con la cobardía aprendida

pesando en el monte de piedras,

que es mi espalda.

Si me rindo que me lleven

más allá de la noche

que pincela mis párpados,

que no me dejen agonizante,

perdido, exalando lo vivido

con aliento que desprende

hedor a rencor e insuficiencia.

Si me rindo

no quiero complacencia,

ni alegorías filmadas

por la mano benevolente

que perdona los pecados

sin haber pagado bula.

Dejadme con mis demonios

que castigan mis huidas

al baúl en el que guardadas

tengo mis intenciones,

imágenes que escapan

hacia la realidad aún no vivida

o quizás, mueran con el sueño

y el rocío de la aurora.