Tengo todo el óxido
de los engranajes de un reloj
metido en los huesos.
Parado el péndulo
mientras a traspiés
cruzo la senda de mis dias.
He atravesado anhelos
y bordeado cada sueño
alejando la temeridad,
con la cobardía aprendida
pesando en el monte de piedras,
que es mi espalda.
Si me rindo que me lleven
más allá de la noche
que pincela mis párpados,
que no me dejen agonizante,
perdido, exalando lo vivido
con aliento que desprende
hedor a rencor e insuficiencia.
Si me rindo
no quiero complacencia,
ni alegorías filmadas
por la mano benevolente
que perdona los pecados
sin haber pagado bula.
Dejadme con mis demonios
que castigan mis huidas
al baúl en el que guardadas
tengo mis intenciones,
imágenes que escapan
hacia la realidad aún no vivida
o quizás, mueran con el sueño
y el rocío de la aurora.