viernes, 28 de diciembre de 2018

Fin de Año.

Terminó.

Un reloj soportando estoicamente
millones de ojos ansiosos
por recalibrar, una vez más,
sus almas en ese segundo
que le sobra a las doce.

Esta noche no salen las brujas
por temor a los demonios liberados
tan sólo una jornada,
esperando el toque de queda
para volver con la resaca
y medio día perdido.

Esperanza.
Alegría.
Besos con sabor a fructosa.

Burbujas a tragos largos
que entumecen lo pasado
y dan paso a más de lo mismo,
pero esta noche recapitulamos
lo que sobra para hacerlo menos
y lo que falta, lo lloraremos mañana.

Hoy más sueños.
Propósitos.

Y a la desesperada,
juramentos de enmienda
con la misma caducidad
que una amapola en otoño.

Nos hemos tragado las uvas
y la angustia se digiere
acompañada de pan para hoy.
No sé lo que vendrá mañana.

viernes, 19 de octubre de 2018

Te he soñado.

He soñado tus ojos.
Aún posados en el infinito,
tratando de asumir
que ya no flotan
en ese cálido remanso
de aguas cálidas, su vientre.

He soñado con tus manos,
tratando de empuñar la vida
como daga de guerrera,
alzando al cielo los brazos
buscando una piel que te asista,
que calme la sed y el llanto.

Y he soñado con tu boca,
tus orejas, con tu pelo,
toda tú, aún sin estar,
y yo henchida, tanto,
que el esternón se quiebra
para hacerte sitio. Tu sitio.

Todo se vuelve pequeño
en mis labios cuando te hablo,
mi voz, de emoción rota,
y sin quererlo ni pensarlo,
nace una melodía, una nana,
acunando tu cuerpo en mi pecho.

No estás, pero te siento,
te intuyo más pronto que tarde
y si yerro en mi pronóstico,
se hará larga la espera,
porque el tiempo se hace denso
cuando de amarte se trata.

No temas venir al mundo que yo,
acompañaré tu llanto
y no por hambre, ni por pena,
sino por este temblor,
este miedo que me entra,
de no haber aprendido aún
a ser una buena madre, y en breve,
me estarás llamando abuela.

martes, 1 de mayo de 2018

Justicia Patriarcal

De trampa y de cartón,
o quizás de frío acero,
es la ley que nos protege
de toda infame agresión.

Puerta robusta, infranqueable
a la justicia y la razón.

La rabia se desborda
de su cauce controlado,
lágrimas perezosas
que se niegan a caer
y petrifican el rostro,
sangre en las venas
a punto de ebullición,
combustión espontánea.

Las están matando, nos matan.

Jueces que dictan sentencia
a imagen y semejanza,
niñas y madres, abuelas,
jóvenes con la ira clavada,
llenan las calles de fuerza.

En la nada golpea el eco
del grito que por derecho,
emana de las gargantas
que se vuelven una sóla:
Cuando nos tocan a una,
sabedlo, nos tocan a todas.


lunes, 19 de febrero de 2018

Uno más.

Uno más.
Lo recuerda el calendario
aferrado al imán que lo sustenta,
pero éste no ha costado tanto.
Me lo he fumado con paciencia
entre toses y suspiros,
ardor en el pecho
y granizo en las manos
para sujetar las sienes
y enfriar los pensamientos.
Los sentidos al dente,
más café de lo debido
y más ganas de aprender
a crecer con lo vivido.
Uno más.
Ni lo pienso. Uno menos.
Que a tu lado todo es poco
y tan fugaz es el tiempo,
tanto que me has dado
mas aún me falta aliento
para vivir lo que queda.
Y ese instante
entre tus brazos al despertar,
ese sólo momento
en el que tus labios
toman mi boca al asalto
devorando un beso,
hace que merezca la pena
uno más.
Y uno menos.

sábado, 10 de febrero de 2018

Sueños robados.

No hay nadie ni nada hay
capaz de robar un sueño.
Un sueño se pierde traspapelado
en el abatimiento y la desidia.
La cómoda e injusta,
pero a veces necesaria,
culpa ajena que enmascara
vergonzosa rendición.

La insondable frialdad
de un corazón maltrecho,
que tras cien golpes de realidad
se ha tornado mármol
y aún así, sigue tanteando
los exteriores de la caverna,
ebrio de lágrimas de azufre
ansiando cualquier anhelo.

Esperanza o amenaza,
qué sé yo!
Cuando la rutina se desliza
como una fría lengua,
cuando la ilusión
está sólo de paso,
cuando la venganza
se tamiza con una criba rota.

El dolor deja una impronta
difícil de borrar, travestido
de una sospechosa normalidad
entre el hogar y el infierno.

La espera infinita
de un mañana incierto,
el peso de un pasado
sepultado en el barro,
la cruz del encierro
y la desposesión,
la desnudez de un sueño robado.

Mas no hay nada, ni nadie hay
capaz de robar un sueño