descansa y suda
la fiebre y la pasión
en tus brazos cada noche.
Que ha borrado los trazos
ajenos a nuestra historia
quedando tan sólo un poema
escrito en años
y así tus ojos, de ambos,
acaricien con ternura
los versos depositados
en cada pliegue, cada hendidura,
traspasando los silencios,
enredándose
los labios en su tersura,
destilando cada suspiro,
saboreando el licor
dulce y amargo
que emana del deseo.
Y entre trago y trago,
letra y beso,
se funden las pieles
y se libera el alma.
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