sábado, 14 de octubre de 2017

Vamos a querernos

Vamos a querernos
y que se encarguen otros
de amasar el odio,
de cocinar tristezas.
Ya hemos visto demasiado
y aprendido con el tiempo
a perder la mirada
más allá de lo que cuentan.

Serán ellos o todos
los que tiren el guante
y recojan la cosecha
de los campos diezmados,
debiendo más que siembran.

Quizás ignoran, o las sombras
posadas en su frente
les castigan,
como corona de espinas.
Es eso. Debe ser eso.
Porque no hay razón
por encima de la vida
si no es el desvarío
del agonizante.

Vamos a querernos
y a educarlos
con un cinturón de mal ajeno
a la altura del ombligo.

Vamos a querernos
fuerte y alto,
que nada se enseña
sin el ejemplo,
en cada estrofa,
cada nota, cada rincón,
en cada verso,
vamos a querernos.
Y cambiemos de una vez
y ya por todas
la pésima banda sonora
de este puto infierno.

viernes, 15 de septiembre de 2017

Botín de guerra

Era de cartón.
De cartón y hebra pasada
que con poco se descose,
con un roce o latido en falso.
No fueron los años pasados
o por venir los mejores,
ahora o nunca,
muñeca brava,
que como roca soportas
las embestidas del hastío.
No rendiste ni rindas,
frágil caña de junco,
icono de valentía,
que te dejaste las uñas
por aferrarte a lo imposible
y ahora,
cuando daban por perdido,
das tu golpe de gracia
al destino, seco, tajante.
Muchas vidas por delante
y ésta la tienes ya ganada,
con creces y batallas,
porque lo fácil es más amable,
pero lo luchado a dentelladas
más se aprecia y se merece,
se atesora en el regazo
como valioso botín de guerra.

domingo, 10 de septiembre de 2017

Niños de la guerra

Manitas alzadas
con el hambre
enredado entre los dedos.
Oídos llenos
de disparos a quemarropa
y la espalda golpeada
por el miedo.
Ojos elevados al cielo
por temor,
o quizá, la esperanza
de que la próxima llama
haga arder la poca inocencia
que aún les queda
y con ella desaparezca
el temor, las ausencias...
Nunca he sido
un niño de la guerra.
Mas cada mañana
mis ojos se vierten por ellos.

jueves, 24 de agosto de 2017

Atentado.

Con la única posibilidad
de un billete de ida,
el eterno sueño, la muerte.
Qué derecho tiene nadie
a robar la flor sembrada?.

Auyentan las almas
que corren despavoridas,
abandonando el dolor,
la carne pavimento de calzadas,
sangre y olor a niño, a llanto,
a experiencia y juventud,
a nada.

Decadencia de un mundo
que no afronta las ideas
y se desvive por imponer
su razón a golpes de miedo.
Terrorismo?, terror? No.
Rabia, impotencia, lágrimas,
ausencia. Sombras.

Días perdidos.
Arrancados con tal fuerza
que a la tierra deja temblando.

Y ahora sólo nos queda
comernos la ira a cucharadas,
el desaliento en vaso.

Y no olvidar.

Y seguir con paso firme
recogiendo los pedazos
que doblegan, con su peso,
un futuro quebradizo,
a falta de corazones
que lo sostengan.

martes, 23 de mayo de 2017

Apesta.

Apesta.

El cieno en sus​ bocas​,
palabras de hierro mojado.

Multitud en las calles
llenando los huecos
de los que no soportaron,
gritando a oídos sordos,
pidiendo a quienes guardan
y quitan a manos llenas.
La vida sujeta
con un clip al pecho.
La justicia perdió su venda
y los ojos deslumbrados
no alcanzan a ver
la balanza vencida
hacia los que mueven
los hilos del mercado.
Tráfico de hogares,
de sueños,
de estómagos resignados
al desuso,
de horas de vida
en liquidación,
de jóvenes que aprenden
a golpe de calle,
de ancianos y no tanto
cuya medicina
es la suerte
y la ley de la probabilidad.

Apesta.

Basura vertida
que asfixia la esperanza.
Mentiras que tratan
de acallar las voces
y así mantener
la conciencia intacta.

domingo, 19 de febrero de 2017

Uno más.

Uno más.

Lo recuerda el calendario
aferrado al imán que lo sustenta,
pero éste no ha costado tanto.
Me lo he fumado con paciencia
entre toses y suspiros,
ardor en el pecho
y granizo en las manos
para sujetar las sienes
y enfriar los pensamientos.
Los sentidos al dente,
más café de lo debido
y más ganas de aprender
a crecer con lo vivido.

Uno más.
Ni lo pienso. Uno menos.

Que a tu lado todo es poco
y tan fugaz es el tiempo,
tanto que me has dado
mas aún me falta aliento
para vivir lo que queda.
Y ese instante
entre tus brazos al despertar,
ese sólo momento
en el que tus labios
toman mi boca al asalto
devorando un beso,
hace que merezca la pena
uno más.

Y uno menos.

domingo, 29 de enero de 2017

La niña llora.

No la mires.
No la toques.
Guárdate la sonrisa
junto a la intención.
No mancilles su ternura,
su inocencia, sus pétalos
por florecer,
sus espinas aún suaves
como suave su llanto
al despertar el nuevo día.

Y es que llora la niña
con más miedo
que amargura,
llora porque le duele el cariño,
porque la quiere, llora.
Llora su piel
por esas manos
que sin cuidado y ansiosas
roban cada noche un sueño
y en su lugar
vergüenza dejan.
Vergüenza de su boquita muda,
de los cantos en silencio,
mientras la muerte baila
y espía tras los cristales.

No te atrevas.
No lo hagas.
Sal y no vuelvas.
Llévate las palabras,
las caricias inciertas,
el amor que no sientes
y esa maldita condena
que ha de ser tuya,
por cada noche. Cada día.
Cada paso. Cada beso.
Cada momento
en el que le hiciste temer
a las sombras, a la risa,
a la nana,
a la mano que acuna
sus párpados cerrados,
deseando dormir
y no ver un nuevo día.