Caen las viejas ramas rotas
sobre el mosaico de hojarasca
con ensordecedor estruendo
que nadie oye.
Ramas alimentadas
con la raíz de antaño,
con otro suelo y otras aguas,
ahora vencidas
a la suave caricia
del viento invernal
que engatusa con descaro
al entumecido roble
con la promesa
de otra ansiada primavera.
Brotes verdes y nuevas yemas
nacerán del tronco seco
y hueco por la termita.
Y paciente espera.
Árbol ya semidesnudo
que pretende renovar su copa
y se exibe sin pudor,
ignorando el fuerte aroma
de su carcomida madera,
olor que avisa y alerta
a las aves venideras
de la fragilidad y el riesgo
que ofrece su engañosa
e inhóspita morada.
Mas no se rinde el rudo anciano
y esperanzado aún sueña
que los cálidos pinceles
de un sol de Primavera
maquillen el curtido rostro
y las nuevas hojas frescas
den sombra y cobijo a las damas,
mientras que en su dura corteza
dejan tatuado un deseo
y un pedacito de sus cándidas almas
viernes, 16 de enero de 2015
Sueños de un viejo roble.
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