sábado, 7 de marzo de 2015

A mis guerreras.

Nací sueño y estela de rebeldía,
mirada que huye de los ojos que se conforman
y se embarca en la transformación
de un sistema diferente, sin amenazas,
con la coherencia de mis virtudes y defectos
y la mente por espada,
espada que no corta pero golpea
el rostro de un mundo dormido,
inconsecuente, que se cree vencido
por la vanidad de los que aplastan
la equidad y la justicia
con la suela de un zapato
llamado poder, opresión,
humillación que me hace más fuerte
para escalar montes y montañas,
para regalar una caricia o una estocada.
Las manos rudas y la tez cansada,
amante virtuosa y de fuertes palabras
que pesen a unos y animen a otros
a ser disidentes, inconformes
de esta realidad que nos toca
y nos azota, que alcen en vuelo
y rieguen las calles de ideas creadoras,
de valentía e ilusión,
porque ningún paso es en vano
y juntos, altivos y orgullosos
codo con codo y de la mano
montamos tan necesaria revolución.

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