domingo, 5 de abril de 2015

Me he vuelto silencios.

Te llamo a gritos, implorando,
pidiendo auxilio desde mis entrañas.
Los sentimientos queman
y son consecuentes
los pensamientos que arañan,
que se enclavan en la mente.
Indetenible avalancha
que deja huellas y secuelas.
Me he vuelto silencios
sin esperar que comprendas,
una hipócrita que te busca
allá donde no te encuentra,
allá donde mermar el efecto
que deja cada palabra,
cada mentira innecesaria
que desvela tu incertidumbre,
tu desconfianza,
corrompiendo de forma obscena
cualquier noble intención.
Te estoy gritando y no sale la voz,
asfixiada por la carga merecida
de amar y desearte así, feliz,
desoyendo a la dignidad.
Y en un único suspiro te revelo
que soy yo la que te espera,
la que está tras esa puerta.
La que en verdad te quiere
y no sólo en palabras,
frases faciles de un momento
que se antoja predecible
y susceptible a la adaptación. 

No es justo pasar así los días.

Cansada de ser sólo unas letras,
pero es que aún me falta
aprender a ser algo más.

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