aún sintiendo el peso de tu carne,
de tus huesos en mi regazo
Sin dolor. Sin miedo.
Y a pesar de que el momento
llevaba tiempo anunciado,
algo volvió a romperse dentro,
clavando sus aristas en cada surco.
No soporto ver la nada
en ese hueco del salón.
Los tímpanos estallan
al escuchar este silencio
ante cada amenaza inexistente.
Tropiezo a cada paso con tu ausencia,
enredada en los pies.
Y sé que tarde o temprano
las lágrimas dejarán de brotar,
al igual que sé que no va a ser hoy.
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